Manuel Chaves Nogales: El maestro Juan Martínez
que estaba allí
Libros del Asteroide, 2007
El libro de John Reed Diez días que estremecieron al mundo es, sin duda, uno de los mejores reportajes escritos sobre el proceso revolucionario que llevó al poder a los bolcheviques en la Rusia de 1917 dando inicio a una larga guerra civil. En sus páginas —encabezadas por un prefacio de Lenin— se cuentan las luchas callejeras entre las hordas de harapientos bolcheviques y los restos del ejército zarista que aún no habían huido. Se ofrecen también algunas descripciones de cómo era la vida en Petrogrado —en donde el zar Pedro el Grande había fijado la capital de la Gran Rusia— y en aquel Moscú noble y palaciego presidido por el Kremlin. Pero Reed se centra sobre todo en los cambios que tenían lugar a nivel político: desde las lentas reacciones de una Duma antediluviana hasta las largas horas de agotadoras discusiones entre los bolcheviques para determinar qué hacer y cómo hacerlo. El lector puede tener algún problema para conectar con un texto plagado de nombres, patronímicos y apellidos rusos, multitud de acrónimos y una retórica cruda, lejana aún de la vaciedad que más tarde caracterizaría los discursos de los miembros del Politburó. El libro escrito por Chaves Nogales resulta un complemento inestimable al libro de Reed. El protagonista, Juan Martínez, no entiende de política ni quiere entender. Lo que nos cuenta es su vida cotidiana en aquella Rusia: las largas colas para conseguir alimentos, las dificultades para realizar un viaje en ferrocarril, la violencia que padecía la población a manos de los rojos y de los blancos…
Martínez, bailaor flamenco, vivió en Rusia seis años, de 1916 a 1921. Cuando estalló aquel proceso revolucionario es muy posible que ni siquiera supiera distinguir entre Kerenski y Lenin: “A mí la toma del poder por los bolcheviques, los famosos diez días que conmovieron al mundo, me cogieron en Moscú vestido de corto, bailando en el tablao de un cabaré y bebiendo champaña a todo pasto”. Este párrafo resume muy bien el tono desenfadado del libro, muy alejado del tono más serio que puede ofrecer en su obra un periodista entusiasta de la Revolución como Reed —el cual fallecería poco después en Rusia sin haber tenido tiempo para desencantarse del nuevo orden establecido.
Aunque no podamos afirmar qué hechos de los que aquí se narran fueron efectivamente vividos por su protagonista y cuáles son producto de las exageraciones de Martínez o del maquillaje literario de la pluma de Nogales, lo cierto es que casi todo lo que se cuenta tiene el aroma, en cuanto a la descripción de detalles muy concretos y a la sucesión de hechos inverosímiles, que solo lo verídico puede desprender por novelesco que resulte. Martínez y su esposa, Sole, asisten al comienzo de la Revolución en Moscú, actuando cada noche para nobles similares a los descritos por Tolstoi. Antes habían estado en Kiev, adonde regresarían en varias ocasiones. Odesa, Minsk, San Petesburgo, Gomel… La pareja se ve obligada a recorrer miles de kilómetros huyendo de la guerra civil entre blancos y rojos. En algunas ciudades, sobre todo en las que aún están en manos de los blancos, consiguen trabajar en los cabarés y casinos que abren para recreo de las tropas. En otros lugares, sin embargo, los artistas parecen no ser necesarios, y pasan hambre, mucha hambre, y también miedo.
El maestro Juan Martínez que estaba allí tiene muchos de los elementos que caracterizan a las novelas picarescas. Forzado por las circunstancias, Martínez desarrolla el talento necesario para hacerse amigo tanto del jefe de la checa de Kiev como de los oficiales blancos de alta graduación cuando las tropas blancas entran en la capital de Ucrania echando a los ocupantes bolcheviques. Cuando resulta imposible encontrar trabajo como artista, monta negocios de todo tipo que financien la compra de alimentos de estraperlo que solo los más avezados conseguían procurarse en las juderías. En definitiva, Martínez es un superviviente, uno de esos tipos que jamás se dejan vencer por las circunstancias, por adversas que estas sean. Seguro que cuando Chaves Nogales se encontró con Martínez en París a comienzos de los años treinta del siglo pasado supo muy pronto que con la vida del bailaor se podía escribir una muy buena historia. Solo tendría que dejar hablar al protagonista y tomar nota de todo lo que le contase. El resultado es este libro, el relato de las aventuras de una pareja de españoles en mitad del caos que supuso el nacimiento de la Unión de Repúblicas Soviéticas.
Lino González Veiguela