José Ángel Cilleruelo: Doménica
La Garúa Libros, Santa Coloma de Gramenet, 2007
José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960) es un autor que a lo largo de su amplísima trayectoria literaria nos ha demostrado que, quizá como pocos, es capaz de tocar dentro del universo de la literatura muchos palos. Excelente poeta (libros, entre otros muchos, como Maleza, Salobre, Formas débiles, Domicilios o Frágiles bastan para saber que nos encontramos ante un autor importante), traductor especializado en la poesía portuguesa (sobre mi mesa descansa su última entrega El arte de la pobreza. Diez poetas portugueses contemporáneos), crítico, ensayista y narrador. Faceta ésta que es la que hoy nos ocupa y que viene a completar el perfil de un autor interesado por todas las formas de expresión a las que puede acercarse un creador nato.
Barrio alto (1997) es el primer título en el que—al menos editorialmente— Cilleruelo nos da a conocer su labor narrativa. En años sucesivos publicará Ciudades y mentiras (1998), Cielo y sombra (2000) y De los tranvías (2001). Todos ellos son libros de relatos donde el autor con una prosa directa y sugestiva, engancha al lector desde las primeras líneas.
Su incursión en el mundo de la novela viene dada con la aparición de El visir de Abisinia (2001), Trasto (2004) y la recientemente publicada Doménica. Libro que ve la luz dentro de la pequeña editorial independiente La Garúa, que edita en Santa Coloma de Gramenet libros con gusto y que está empeñada en la arriesgada aventura de conseguir que su proyecto de distribución alternativa —relación sin intermediarios entre el editor y el librero— funcione y dé lugar a que otras iniciativas similares puedan llevarse a cabo al margen de las grandes editoriales.
La historia de Doménica comienza con la llegada de un joven profesor a una ciudad vulgar y desapacible, ubicada en una geografía y tiempo indeterminados. Lo más que puede llegar a saber el lector de ella es que se encuentra en algún país europeo, quizás en los albores del siglo xx. La llegada del joven va a coincidir con la inminente declaración de guerra de este país impreciso a otro país del que tampoco se da cuenta.
En este marco triste y amedrentado ante la eminencia del desastre, por el que se desenvuelven pequeños seres oscuros y sin horizontes, será donde asiente su cobarde existencia Etienne Estame, el protagonista y recién llegado maestro. Las relaciones con sus compañeros, las largas tardes de prostíbulo, el descubrimiento del amor, la deslealtad, la vileza perpetrada por puro instinto de supervivencia o la ausencia de conciencia del mal serán algunos de los mimbres con los que Etienne Estame irá tejiendo su historia.
Una historia a la que José Ángel Cilleruelo ha sabido dar agilidad —Doménica no se lee, se devora—, naturalidad, seducción y una estructura sólida, por donde pasean unos personajes que, debido quizás a la brevedad de la novela, no pueden tomar la atractiva relevancia que sus perfiles apuntan y que nos desvelan, aún en su levedad, el poderoso atractivo literario que poseen. Como lectora he necesitado saber más de las débiles e indefensas víctimas de Estame. Refugiadas siempre en sus particulares mundos de ensoñaciones obsesivas, crean a su alrededor una atmósfera de misterio en donde apetece hurgar. Aunque quizás esto no sea más que la consecuencia de un síndrome de adicción literaria: un libro nos atrapa y nos resulta difícil despedirnos de sus personajes.
Y esto es lo que ocurre cuando nos acercamos a obras tan relevantes como Doménica. Novela que, definitivamente, viene a consolidar a José Ángel Cilleruelo como un excelente narrador.
Herme G. Donis