David Lynch: Atrapa el pez dorado
Mondadori, Barcelona, 2008
Poco parecen tener que ver el David Lynch cineasta con el que reflexiona por escrito sobre “Meditación, conciencia y creatividad”, que tal es el subtítulo de este volumen. Comenzamos a leer y nos sentimos decepcionados. Parece solo un libro más de autoayuda. Así termina: “Que todo el mundo sea feliz. Que todo el mundo esté libre de enfermedades. Que haya buenos auspicios por doquier. Que nadie conozca el sufrimiento. Paz”. Pero hay algo más que buenas intenciones en estas páginas de tono conversacional: inteligencia, sentido común, precisos apuntes sobre el cine y los mecanismos de la creatividad. Para crear historias oscuras hay que pensar claro; para dar vida a personajes fascinantes y atormentados, estar a gusto consigo mismo. El artista tiene la obligación de ser feliz. David Lynch pretende ayudarnos a conseguirlo. Aunque nos mostremos escépticos, no por eso perdemos el tiempo escuchándole.
L. D.