Raúl Pérez Cobo
Game Over
Premio Villa de Cox 2008. Pre-Textos, Valencia, 2009
Entre la articulación, el músculo y la sudoración; Game Over se escribe como una anatomía del cuerpo en forma de poética incisiva. La poesía recorre, en este teatro anatómico, el paisaje americano (Boulder Campus, Varsity Lake: Locus Amoenus, Centro Comercial, Estadio, Una playa en los Ángeles) y escruta los cuerpos que lo habitan (Modelos; Una vieja belleza americana; Animadora; Pandora, cajera de supermercado) que se fraccionan y semejan la realidad americana: «tobillos para un márketing salvaje:/la caja ya registra / lo que es perecedero, transitorio»; «Tus ojos son como un atleta joven / perdido en la derrota, avergonzado, / él ya no es uno de los elegidos». No es difícil ver en estas fracciones las de la sociedad ni hacer que estos cuerpos individuales sean reflejo del cuerpo social y entero de Norteamérica: los tobillos se entregan al márketing; los ojos, al éxito sin condiciones. En los títulos de cada poema —tipos, categorías— hay un afán de abarcar la totalidad, de hablar de un cuerpo a través de muchos cuerpos. Los poemas, a su vez, adoptan un tono sentencioso, de máxima, que busca simetrías con autores latinos y griegos presentes en casi todo el poemario.
En la necesidad de la existencia / alguien nos define como / una proporción que transcurre. / Siguiendo a Anaximandro,
de donde las cosas tienen causa, / allí su perecer, / limitan como Eurípides la carne / que piensa en la gimnasia,
en sus forzados movimientos contra / natura como seres / inútiles a la comunidad.
(…)
El cuerpo sirve de mapa y escenario para pensar en la sociedad americana pero también para trazar sobre él temas ya bien conocidos como el Tiempo o la Belleza. La belleza de cajeras, cheerleaders y modelos se ve como una nueva mitología («mañana, madres; diosas, hoy») a la vez que las prácticas gimnásticas y el Tiempo constituyen formas de medirse, de competir: «El tiempo lo dividen / en un desorden físico»; «Quisiera la Belleza serte fiel / y está cansada: todo es competir».
A través de la gimnasia, el cuerpo compite consigo mismo, hasta superarse; el sudor expresa la pérdida del cuerpo hacia el ideal («Iguales sudan: porque todo vale»; «El ansia de sudor / igual a una carrera consumida»). Hay, además del sudor y la competición, otro elemento presente en las prácticas gimnásticas, esto es, la repetición («¿Acaso la Belleza, no es exacta / y se repite? Nadie/ podrá contradecirlo»); el músculo repite el ejercicio hasta alcanzar flexibilidad y belleza. Como si todo lo que es flexible fuese moldeable, dócil o susceptible de ser dominado; las bellezas del cuerpo se expresan aquí como un panteón en el que el cuerpo se consume hacia la perfección y se rinde a la docilidad. El cuerpo social se hace dócil. Con declarada distancia («soy espectador») pero con acritud que puede ser leída en ocasiones como cansado sarcasmo, se vincula en el poemario la belleza del ejercicio físico con la docilidad: lo dócil es el músculo que se hace flexible, que obedece con obstinación hasta hacerse bello.
Él cree que todo es inmutable, / que todo permanecerá. / Exacto, en ejercicios, se repite: / lo bello suena en la respiración cansada.
En el paisaje americano de Game Over «todo resulta físico» pero hay, no obstante, un hondo deseo de abarcar ese orden físico para ir más allá de él: «un cuerpo comprendido es más que un cuerpo: / y nada lo contrario». Desde su anterior libro, Poemas de culo (E.D.A Libros, 2007), hasta el actual, Raúl Pérez Cobo (Priego de Córdoba, 1971), profesor de español en la Universidad de Colorado-Boulder, persigue un constante, el cuerpo. Pasa, no obstante, de la excreción a la sudoración y del Quevedo de las Gracias y desgracias del ojo del culo al del tempus fugit. Trazando una asimetría, el lenguaje de Game Over se afila y se da la vuelta: en lugar de buscar el mundo desde el intestino hasta la letrina, lo busca desde el desnudo hacia dentro: «Un cuerpo es solo parte de un desnudo, / hay que llegar al nombre que lo habita».
Teresa Soto