Juan Peña: Teselas
AE, Jerez, 2008
Últimamente parecen haberse puesto de moda las breverías poéticas, aforísticas y búdicas. Pues bien, acaso nadie, y no creo exagerar, domine estas distancias cortas como Juan Peña. Para ilustrar esta afirmación permítaseme una salida de tono: lean las Quadras que publicó Hiparión en 2006 (desprejuíciense de su autor, si les es posible), luego lean estas Teselas, y sabrán de qué les hablo.
Peña ya dio muestras de su grandeza mínima en sus dos libros de letras flamencas, pero es ahora, en estos brevísimos poemas esenciales, cuando su autor nos ha dejado lo más depurado y delicado de su obra: poemas de cuatro versos de arte menor que se abren con la sutileza plástica y sugestiva del haiku, que se elevan y ahondan con reflexiones de apabullante clarividencia.
Una de las peculiaridades de estas Teselas radica en su hibridismo de géneros y tradiciones: lo popular y lo culto, el minimalismo sensitivo del haiku, la gravedad del aforismo, la prestidigitación de la greguería, la contundencia expresiva de la letra flamenca, la placidez sedente del pensamiento oriental.
En ocasiones, leyendo estas páginas, hemos tenido la sensación de haber hallado esas últimas verdades que andábamos buscando: «Siempre habrá de ser la misma / la eterna historia del hombre: / los sueños que no se cumplen / o cumplidos se corrompen».
«No busques la verdad / más allá de los cuerpos. / Lo más sabio es la piel / que aprendes con los dedos».
La templanza y la serenidad, que como un poso acaban dejándonos estos versos, se deben a una visión de la vida como armónica e indisoluble conjunción de contrarios: el asombro y la decepción, el júbilo y el hastío, la plenitud y la devastación en que consiste estar vivo (esa misma idea ya se evidenciaba en el propio título, Los placeres melancólicos, de su anterior libro): «No hay misterio ni belleza / que no alcancen tu mirada / y que no toquen tus manos. / Eso es todo, y se acaba».
Todo un tratado sobre el arte podría desarrollarse a partir de algunas teselas: «Cuántas veces la vida / se nos escapa / por no hallar las palabras / donde guardarla.»
«Leyendo una novela / o viendo una película / soy Dios: no muero, miro, / me salgo de la vida».
«El arte debe ser luz / que ilumina y no deslumbra. / El arte no aclara nada, / en lo oscuro crea penumbras».
«Habrás de leer mil libros, / saber de estrofas y oxímoron, / y mantener la pureza / de la mirada de un niño».
Teselas, con su vocación de prontuario medieval que buscara contener todo el saber del mundo, es uno de los libros más hermosos y gozosamente sapienciales que jamás hayamos leído. Juan Peña, dotado del don de la transparencia, la sencillez y la concisión, hace de esta obra un prodigioso ejercicio de revelación y sugerencia.
Pedro Bohórquez Pedro Bohórquez