Varios autores: Mutantes. Narrativa española de última generación.
Selección y prólogos de Julio Ortega y Juan Francisco Ferré Berenice, Córdoba, 2007
El mutante es el que muda, el que toma otro estado o forma; esto, extendido a la práctica literaria, sería condición sine qua non de todo escritor, que, recibiendo la herencia genética de la tradición, crea un nuevo cromosoma, un nuevo organismo. ¿Son los jóvenes autores españoles capaces de producir mutaciones artísticas de relieve? La presente antología pretende responder a esta pregunta, tan inevitable de hacer en cada generación, tan delicada de plantear, por otra parte, si no se fundamenta en un criterio homogéneo que dé corporeidad al conjunto que se propone.
La iniciativa, y siempre considerando lo dificultoso de reunir distintos escritores bajo un mismo prisma, tiene lagunas metodológicas, a mi entender, que no acaban de completar la visión que se desea proyectar, esta es, el hecho de que existe una nueva generación de narradores que buscan modos novedosos de contar historias. Se destaca que se trata de una veintena de individuos con diversas inquietudes —el periodismo, los viajes, Internet, la universidad—, pero esto es secundario y previsible, inherente para los que nos dedicamos a este mundillo cultural-literario; se apunta que estos autores quieren renovar la narrativa, pero qué auténtico escritor, en su fuero interno, no quiere eso, incluso desde los parámetros más convencionales. Resulta comprometido insinuar este afán renovador después de Joyce, Cela o el último Coetzee, pues creo que la novedad, de haberla, se limita en estos prometedores autores a la estructura textual, y no tanto al lenguaje o al ritmo de la prosa. De haber un nexo de unión, sería el fragmentarismo, la consideración de que una novela puede hacerse de pequeños apuntes, como en el caso de Mario Cuenca y su magnífica Boxeo sobre hielo.
Este ejemplo nos lleva a apuntar dos críticas al libro: la primera está relacionada con una obvia endogamia editorial, absolutamente lícita y consecuente por parte de Berenice, pero que tal vez ponga en entredicho la selección de autores: muchos de ellos ya han sido publicados por la editorial cordobesa, y, por otro lado, los textos que los autores aportan no son inéditos y, lo que es peor, a veces son fragmentos de novelas. Tal cosa rebaja mucho nuestro interés: si se pretendía demostrar un nuevo aire fresco en la narrativa española, ¿qué mejor que haber dado a cada escritor la ocasión para explicar cómo lee y escribe? Una serie de poéticas narrativas hubiera tenido relevancia y dado vida futura al libro, que no es una antología de cuentos, aunque en el segundo prólogo Julio Ortega empiece hablando de que «el nuevo cuento debe ser el género mutante por excelencia» e insista en ello extrañamente, pues ese no es el contenido propio del libro.
Nada tiene que ver la narrativa de autores que juegan con las formas textuales: Jorge Carrión, Javier Fernández —director de la colección—, Juan Francisco Ferré —al que hay que «disculpar» la inelegancia de prologar el libro e incluirse como autor, porque ambos textos son buenísimos, realmente originales—, Vicente Luis Mora o Eloy Fernández Porta. Estos formarían un grupo con ciertas afinidades, así como, desde lo novelesco-fragmentario, podríamos relacionar a Cuenca con Manuel Vilas, Carmen Velasco y Agustín Fernández Mallo. Asimismo, Flavia Company, Jordi Costa o David Roas, serían, me parece, autores de corte más tradicional. Varias antologías hay, por lo tanto, mutatis mutandis, «cambiando lo que se deba cambiar», dentro de Mutantes, a partir de sus supuestos escritores mutagénicos.
Toni Montesinos