Juan Bonilla
Tanta gente sola
Seix-Barral, Barcelona, 2009
En la solapa de este su nuevo libro, Juan Bonilla bromea con su bibliografía diciendo que en ella «se hacinan los títulos» pero que en realidad tan solo ha escrito un libro de poemas, uno de ensayos y uno de relatos, repartidos estos tres libros en varios volúmenes. Además de la buscada exactitud de la prosa, y de la aparente boutade, en realidad Bonilla está dando una clave fundamental para acercarse a su obra: la unidad temática y estética de la que hace gala. Hay que entender que lo cómico suele ser el disfraz más práctico y útil de la verdad. Una manera de hacerla más digerible. Porque su trayectoria demuestra una coherencia mayor de lo que esos más de veinte títulos hacinados podría dar a pensar. Los temas recurrentes que aparecen de nuevo en Tanta gente sola estaban ya en el originario Minifundios. Desde los temas —el deporte como escenario perfecto para mostrar las frustraciones de la infancia, por ejemplo—, hasta algunas obsesiones —esa metalilteratura que llega a dar título a uno de los cuentos de este nuevo libro serviría también como muestra—, o referencias constantes —posiblemente es Bonilla quien mejor y más inteligentemente ha leído los Me acuerdo de Perec, y sirva como muestra el relato que cierra este volumen o el libro Je me souviens, una de esas perlas escondidas en su trayectoria—. Pero, más allá de esos detalles más o menos anecdóticos —a fin de cuentas cualquier lector asiduo sabe que lo de menos es el qué y lo verdaderamente importante es el cómo se consigue dotar de verdad a través del cómo a esa historia—, lo más interesante de Bonilla anida en su mirada. Una mirada que bebe del periodismo y de la mejor literatura, capaz de fijarse en la anécdota significativa que se esconde en los pliegues menos transitados de la realidad, y una voracidad lectora que permite contar con un arsenal de recursos a la hora de transformar esa realidad en verdad literaria. Por eso todos los cuentos —como los poemas, como los ensayos— de Bonilla, están atravesados por una porción significativa de vida y dejan un muy satisfactorio poso de verdad. Sucede con estos nueve cuentos que conforman Tanta gente sola, pero también se da en muchos de sus poemas, en sus ensayos, en alguna novela.
Dice la editorial para promocionar el libro que este Tanta gente sola es el mejor libro de relatos de su autor. Más allá de la evidente intención promocional, hay que tener en cuenta las palabras del propio autor. Ese libro hipotético formado por los varios volúmenes que ha ido publicando —en orden: Minifundios, El que apaga la luz, La compañía de los solitarios, La noche del Skylab, Je me souviens y El estadio de mármol, junto al que sirve de excusa a estas líneas y algunos textos rescatados de sus libros de ensayos—, forman, sin duda, uno de las mejores colecciones de cuentos de la literatura española. Hace unos años se publicó una antología, Basado en hechos reales, donde, además de marcar una poética clarísima con dicho título, se echaban en falta algunos textos magistrales. Sirva el ejemplo como índice de la excelencia de Bonilla en la construcción de relatos breves inolvidables. Todo nuevo libro de Bonilla es una excusa inmejorable para correr a una librería, y este no solo está a la altura sino que sirve para cimentar todavía más esa afirmación.
Antonio Jiménez Morato