Liz Jensen
Guerra en la familia
Tusquets, Barcelona, 2009
La ilustración de la portada de este libro nos ofrece una imagen que refleja hábilmente las aparentes contradicciones que surgen en momentos límite como los marcados por una guerra, el horror cotidiano junto a un deseo implacable, más allá de la mera supervivencia, de vivir de un modo intenso todas y cada una de las experiencias que la vida nos propone. En ella vemos a una mujer cuyo uniforme del Auxiliary Terriorial Services delimita sus curvas y que, sin embargo, luce con cierta coquetería las uñas pintadas y un sensual gesto en el que se mira en el espejo mientras peina su melena con orgullo, lejos de las restricciones y carencias que la guerra impone. Es en este gesto de rebeldía individual, de lucha por mantener cierta perspectiva realista pero sin descuidar esa ilusión y fe inquebrantable de toda joven, de obstinación en vivir intensamente esa juventud pese al ruido de las bombas y el deseo inquebrantable de descubrir el mundo aún entre escombros, donde encontramos las claves que describen a la protagonista de esta historia: Gloria. Se trata de una anciana deslenguada, mordaz, sarcástica, cuya memoria presenta considerables lagunas pero que mantiene intacto su sentido del humor, el gusto por contar chistes y por el sexo. Gloria recuerda fragmentos de su historia, el momento en el que la guerra cambió su vida para siempre, la relación con su hermana, la desaparición del padre, el joven soldado estadounidense del que se enamoró locamente y una serie de secretos que creía haber enterrado para siempre y a los que ha de enfrentarse ahora. Los fantasmas del pasado se manifiestan en diversas formas, en cualquier momento, tan solo es posible librarse de ellos desenterrándolos; en la sombra se hacen fuertes, con la luz se desvanecen.
Liz Jensen lleva a cabo una doble vuelta de tuerca en esta novela describiendo no solo las secuelas más conocidas de la II Guerra Mundial, sino adentrándose más allá, en la vida de una mujer joven cuya historia representa la de muchas otras y que logra sobrevivir al infierno. Retrata de manera espléndida ese deseo brutal, aparentemente contradictorio, de aprovechar cada segundo, devorar cada instante como si se tratase del último, en una época en la que la muerte acechaba en cada esquina, podría alcanzarnos en cualquier momento.
Gloria se aferra a esos escasos instantes en que la vida se manifiesta con toda su fuerza, en brazos de Ron, el soldado del que se enamora. Se entrega por completo a la vida y se aferra a ella con uñas y dientes, sabe que es algo demasiado frágil, sin apenas sentido: «Me enamoré el mismo día en que una chica de la fábrica perdió la cuarta parte del cuerpo». La autora describe con total realismo las escenas que conseguimos ver de forma nítida gracias a su destreza con el lenguaje: «Y entonces se le desprende el brazo a la altura del hombro y cae al suelo. Allí queda. Allí queda su brazo, y la mano con un anillo en el dedo, lo que no está permitido aquí, porque, como dicen las reglas «Se prohíbe llevar joyas»».
Guerra en la familia es una novela de lectura fácil, que con una espontaneidad y frescura admirables consigue acercarnos a una realidad quizá no tan conocida de una época terrible, aquello que solo una joven de carácter podría revelarnos: «En tiempos de guerra una se abre de piernas con facilidad». Juzgar es un ejercicio que quizá no deberíamos permitirnos: «Si me hubieras conocido en los viejos tiempos, habrías dicho: no es malvada, ni siquiera mala, sólo es una chica en tiempos de guerra que hace lo que se hace en tiempos de guerra». Existe otro tipo de conflictos en los que un ser humano también puede salir herido: «Empiezo a aprender algo sobre quedarse hecha pedazos. Aunque en esta ocasión no se trata de municiones, sino de amor».
Liz Jensen nos traslada al campo de batalla de esta mujer cuya vida ahora está a punto de concluir y que recuerda cómo en el pasado ella «solo era una pieza más dentro de una puta maquinaria de guerra». Es esta la lucha de una mujer con su propio pasado, con el que ha de reconciliarse antes del último paso: «Sí, la vida sigue, con la guerra grande de puertas afuera y la guerra pequeña de puertas adentro». Así lo describe Gloria: «Nadie más advierte que siempre estarás sola, atrapada en tu propio interior». Jensen realiza la autopsia sentimental de esta mujer. Como bien sabemos «los recuerdos pueden ser una bendición, pero también un castigo». La luz es la clave para exorcizar demonios, pero antes es necesario nombrarlos, enfrentarse a ellos.
Ana Vega
5 octubre 2011 a las 14:51
¿Una novela de ferscura admirable? Pues o yo soy muy lista o los demás muy tontos, pero ya sabía lo que iba a pasar desde el capítulo 2… y eso que me dijeron que el final era súper sorprendente e inesperado… pfffff… pues yo lo he encontrado de lo más previsible y simplón, la verdad, una historia cutrecilla, aceptable por momentos pero en general con ínfulas universalistas que se quedan en mera anécdota y con un final que peca de artificialmente efectista para compensar las carencias de todo lo anterior. Malo en general, vaya. Una pérdida de tiempo.